Daniel Giralt-Miracle
Crítico e historiador de arte
Barcelona, Marzo de 2006
Fragmento del texto publicado en el catálogo 'Espacio sin límites' 2006, Badalona
Entre el 1947 y el 1950 en Badalona, y de la mano del tecnólogo Pere Casajoana, Joan Pedragosa se introdujo en el dibujo lineal y la estética industrial, en unas clases que potenciaron su inclinación natural por la geometría,es decir, por la parte de la matemática basada en la intuición del espacio, y orientaron definitivamente su profesión-vocación, aún antes de llegar a la escultura pura siguió un largo proceso de creación plástica, trás del cuál siempre habia la geometría.
A partir del 1955 colabora en diferentes estudios gráficos de Barcelona, en los cuales realizó su aprendizage como diseñador. En 1961 contribuyo a la fundación de Grafistas Agrupación FAD y en el 1962 estableció su propio estudio en la calle Tuset de Barcelona, donde se concentrarón más agencias de publicidad y que provocó una renovación de la imagen gráfica de nuestra cultura.
Antes, habia pasado por Suiza, concretamente por el Publicité Ralph M. Chavannes de Lausana, donde dirigió el departamento de Creación Gráfica. No fue por azar que Pedragosa escogió aquel país, donde estaba la escuela más radical en la utilización de los parámetros geométricos aplicados a la gráfica.
Las tipografías, las ilustraciones, la fotografía, las marcas, los carteles... todo era sometido a un proceso de diagramación riguroso aún más estricto que el propuesto por la misma Bauhaus. De hecho, la divisa de aquella escuela -que lideraban Max Bill, Josef Müller Brockmann, Richard Paul Lohse i Emil Ruder- era la que defendía el arte concreto, que según Camille Graeser representaba construir y desarrollar ritmos sobre fundamentos geométricos y hacer una creación y configuración estrictamente lógica de las obras de arte, porque para ellos concreto era sinónimo de pureza, norma y orden.
Es decir, que en Suiza Pedragosa encontró unas almas gemelas, que tenian sus mismas inquietudes y que trabajaban como el. El resultado fue que su predisposición innata para poner la letra y la imagen ordenadamente sobre las superfícies planas se vió implementada hasta el punto que, de vuelta a Barcelona, desarrolló su mundo gráfico a través de aquellas pautas. Y fue precisamente esta capacidad de geometrizar el espacio lo que hizo que Joan Perucho, en 1966, lo definiera como un grafista riguroso y científico, probablemente el que más lo fue de su generación. Instalado, pués, su estudio de la calle Tuset, vivió unso años de gran actividad profesional y de una enorme proyección pública: colabora en la organización de exposiciones, en la creación de anuarios, impulsa revistas, dá soporte y se implica en la enseñanza del diseño, potencia los contactos con asociaciiones internacionales y todo esto sin dejar de diseñar: marcas, etiquetas, anuncios, folletos, libros, portadas de revistas, carteles, embalajes, etc., que han quedado por siempre más en nuestro subconsciente y en los cuales aún hoy podemos descubrir la huella suiza.
Sólo hemos de recordar sus logos (el de insecticida Fogo o el de la Costa Brava, o el vigente de la galería Rosa Bisbe), sus carteles (el de la Feria de Muestras de Barcelona del 1960, el del Salón Náutico de Barcelona del 1964, el del IV Premio dibujo Joan Miró del 1965 o el contundente de Viva Agi del 1971), sus ilustraciones (particularmente las relacionas con la serie Tempori fugit), su alfabeto Galaxy o la compaginación de los libros especialmente (la colección de Arte Hispánico de la Polígrafa).